sin título

domingo, 12 de abril de 2009


Prilidiano Pueyrredón es hijo del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, uno de los que decidió la muerte del amotinado Tellechea, con cuya hija se casó años más tarde, la cual según el Acta de Matrimonio tenía “más de trece años”.
Primero mató al suegro y luego violó a su hija menor para dar lugar a un gran pintor.
Don Prilidiano con su paleta de verdes y azules pinta al Capataz o Patrón de estancia, gaucho que saluda con donaire y con su sombrero, a la belleza morena que matea a la sombra del Ombú, lo pinta con su pingo alhajado de plata. Y mientras eso pasa, también pinta un niño moreno que galopa el árbol emblema detrás de la bella morena, niño que galopa adiestrando obediente su futuro de peón de campo, bien moreno.
Y más atrás pinta, una pareja de paisanos venerables, viejos plateados dueños de la Posta que observan todo, con sus tres gallinas, de ellas una muy pequeña, con sus dos patos, un par de ruedas de carretas de repuesto y un blanco perro viejo. Y abajo del ombú pinta más, a varios a la sombra. Pinta uno con la mujer en las ancas de su caballo. A dos que se miran, conversan y acaso descansan. Pero algo de todo esto me intriga, porque el gaucho que lleva a su morena en ancas, es exacto al que está entrando a la sombra del ombú, mientras el que se lo cruza saliendo, es parecido al que saluda con donaire a la belleza morena descansando y es además, similar al capataz que aparece con el Estanciero en la pintura del mismo año de Don Prilidiano llamada: “El Rodeo”. “Un alto en el campo”, parece ser una convención familiar Prilidiana, entendiendo a la Familia en términos romanos, donde todos, hasta el perro que comía lo que sobraba, era un familiar de los demás. Y pinta a la Madre que sube a sus hijos a la carreta para volver a la ciudad, la cual se adivina a lo lejos y los sube ayudada por dos ancianos, uno con galera que sería el guardadamas y su esposa la abuela postiza de los niños, pero además, detrás aparece otra belleza morena y madura, pero joven aún. Y el niño alzado es pintado vestido de rojo, rojo repetido solamente en el sobrepuesto del recado del pingo alhajado de plata; y a la niña la pinta Prilidiano de verde vegetal dominante. Y también pinta a esa Madre vistiendo sus nalgas con tal amplitud y belleza que casi parecen una caracola propia de Venus, tan deliciosas que hasta el anciano gaucho de galera las observa detenidamente. Me intriga mucho la circulación sexual entre las bellezas morenas pintadas en tres edades diversas: la que monta en ancas y se muestra triste, la que se ofrece al Capataz cargado de plata y la que recibe los infantes en la carreta con una actitud agradable pero servil.
¿Quién es el Padre del niño que galopa el Ombú? ¿Son parientes los ancianos? ¿Quiénes son los jinetes que se van por el camino? ¿Quién es el Padre de los niños?
Y sobretodo:
¿Por qué el pequeño perro tiene el rabo entre las patas?
¿Acaso Prilidiano le pegaba para que se quedara quieto y así poderlo pintar?
¿Serán pertinentes estas preguntas?
Yo creo que sí, nadie pinta algo con tanta maestría
para mostrar solamente lo que se puede ver.
Las nalgas de la Madre
y el gaucho con galera
en esa carreta pesebre
canasta de rubio quincho
lugar para los infantes
que vuelven sin el Padre
del campo a Buenos Aires
Analista Esteta:
BB